Mi aventura con la literatura empezó cuando tenía unos 12 o
13 años. Mi hermano es escritor y gracias a él empecé a interesarme por la
literatura. Al principio no le resultaba fácil animarme a leer. Michał, mi hermano, tenía que prometerme
premios por leer cada capítulo de la enorme novela titulada “Lalka” del
escritor polaco Bolesław Prus. Este gran libro narraba una historia de una
aristócrata que había perdido casi toda su fortuna y se veía obligada a casarse
con un empresario. La acción transcurría en la Varsovia del siglo XIX y el
libro estaba repleto de detalles de todo tipo y abundaba en largas
descripciones. Al principio aquellas largas descripciones me aburrían bastante,
pero el premio que me prometía mi hermano no me dejaba desistir de leer y cada
capítulo terminado me llenaba de alegría.
Luego empecé a darme cuenta de que no estaba leyendo para
conseguir aquellas chuches o gominolas sino porque me interesaba lo que sucedía
dentro del libro y quería seguir descubriendo las vicisitudes de la aristócrata
sin dinero. Así que luego fue más fácil y mi hermano ya no tenía que prometerme
nada para que leyera, yo mismo cogía libros de su librería y pasaba las tardes
leyendo y luego le contaba lo que había leído durante largos paseos.
Siendo ya adolescente me interesé por el idioma español y su
cultura y fue entonces cuando descubrí la literatura iberoamericana. Empecé a
leer las novelas de García Márquez, Borges, Cortázar o Vargas Llosa. Los
apreciados momentos de lectura eran como viajes, cada vez más lejos, desde
Buenos Aires a Aracataca. Gracias a estos momentos inolvidables de lectura
decidí adentrarme en el mundo de la lengua castellana y decidí estudiar la
carrera de hispánicas.
Ahora estoy viviendo en España y el español se ha vuelto mi
segundo idioma, gracias a ello puedo leer las novelas de mis autores favoritos
en versión original. Cosa que me llena de felicidad.
Anda que empezaste a leer cosas sencillas. Jajajaja.
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