"Leo, como muchos, desde poco después de tener memoria. Aunque mi familia no ha sido dada a llenar estantes y estantes de libros y demás volúmenes (salvo alguna que otra enciclopedia que regalaban con algún colchón), mi afán por la lectura viene desde bien pequeño: Gloria Fuertes, Andersen, Calleja…
De todos modos, en mi colegio tampoco insistieron mucho en que debíamos leer quitando, según recuerdo, esas tardes de “Biblioteca” que estaban en el horario y que al final se acaban convirtiendo en “no hemos terminado el temario de Conocimiento del medio y tenemos examen dentro de dos días”.
Fue ya en la ESO cuando me interesé por el Medievo y una de mis profesoras me recomendó La catedral del mar de Ildefonso Falcones. Todavía me acuerdo del bolsón de monedas de euro que llevaba y que le solté al dependiente de la librería de turno para llevarme un ejemplar en tapa dura que me costó alrededor de 20 euros. Podría decir que a partir de ese momento fue cuando empezó mi andadura como lector más serio.
Después de terminármelo y de comentarlo un día en clase con la profesora, siempre que preguntaban por quién leía de mi clase me señalaban, pues parecía que era toda una proeza haberse leído un libro de semejantes dimensiones. Mi afición por la lectura siguió su curso y mi madre se quejaba por el dineral que se gastaba (o me gastaba) en libros. Mi madre siempre insistían en que gastaba entre 10 y 20 euros y el libro me duraba tres tardes. Actualmente pasa lo mismo, afortunadamente, con mi hermana.
Fue así como despertó mi interés por la literatura, mi gusto por la lengua y mis primeras divagaciones sobre qué quería estudiar.
En segundo de bachillerato tuve la asignatura de Literatura universal, que fue la que más me gustó de todas. No pude leer más libros porque el tiempo no me lo permitía, pero mi profesora siempre insistía en saber de qué iban las obras que mencionábamos y en leer pequeños fragmentos en clase.
A día de hoy, con un grado de filología terminado y con una hermana que ha escrito su primera novela con 15 años, puedo decir que jamás pensé que las letras iban a estar tan presentes en mi casa como a día de hoy.
PD: Ahora las estanterías de mi casa se llenan con mis libros y con los de mi hermana".
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